Etapa dura con altos desniveles acumulados. La subida desde Texeira a las proximidades del Chã das Arcas, donde se llega al punto más alto de todo el Camino Torres, hay que hacerla con calma. La bajada hasta Amarante es continuada y también puede pasar factura a las rodillas.
El camino se dirige hacia Amarante, por la carretera N101, conocida por la Estrada Pombalina, que une ambas poblaciones, donde vamos a encontrar bares y restaurantes, además, conviene evitar en la medida de lo posible caminar por la transitada carretera.
Al finalizar la Estrada Pombalina, la C.M. de Amarante ha marcado como camino a seguir el descenso a Ovelhinha y posteriormente continuar por la N15 durante tres kilómetros. Ovelhinha es una pequeña aldea preciosa, pero el tramo por la N15 es peligrosísimo al tratarse de una carretera muy transitada, con curvas, con vehículos que circulan a gran velocidad y sin arcén en muchos de los tramos más peligrosos. Hasta que la C.M. de Amarante no permita un tránsito seguro por este tramo, a nuestro juicio, deberá evitarse y utilizar el recorrido que propone Luis Quintales en el Camino Torres.
En esta tierra de montañas y ríos —que se rasga hasta los cielos—, territorio de agua, de vida, esculpido en pizarra y granito cubierto del verde del bosque, caminamos por entre sombras y nieblas; desvendando los misterios que se esconden en la imaginación de su pueblo.
La salida de Mesão Frio se hace relajadamente siguiendo el valle del río Teixeira. Para ello, en primer lugar, cogemos la Rua da Carrerira que va unos metros más arriba y en paralelo a la carretera N101. Poco después en la urbanización Quinta de São José dejamos a la derecha la carretera que llevaría a Teixeiró y tomamos a la izquierda el desvío que por pistas y caminos empedrados nos lleva hasta las proximidades de Várzea, después de una pequeña subida.
Desde Várzea descendemos levemente hasta una carretera desde la que divisamos claramente Teixeira y su iglesia parroquial dedicada a São Pedro. Al llegar a Teixeira nos encontramos con la capilla de Nossa Senhora dos Remédios, para enseguida cruzar el río Teixeira que nos ha ido acompañando hasta aquí. Al cruzar el río entramos en el centro de la población por el Largo do Pelourinho.
Finalmente llegamos a la iglesia parroquial que habíamos divisado anteriormente y después de unos pocos metros de asfalto nos desviamos a la izquierda por una pista que marca el comienzo de una pronuncia ascensión de más de 400 metros de desnivel. Pasamos por las aldeas de Ordem y Padrões, para poco después llegar a la carretera N101, que cruzamos con muchísima precaución, para enseguida coger una pista a la izquierda por la que continuamos la subida hasta el Alto de Quintela.
En este punto que se encuentra a 880 metros de altura nos encontramos en el «techo» del Camino Torres. A la derecha las vista de la sierra de Marão son espectaculares. A la izquierda divisamos los aerogeneradores, próximos al Chã das Arcas, en cuya proximidad se encuentra un yacimiento prehistórico con varios restos entre los que destacan varios dólmenes.
La señalización que ahora vemos, con postes metálicos, es distinta a las estacas de marcación que hemos encontrado en anteriores etapas. Esta marcación vamos a encontrarla en todo el municipio de Amarante, hasta que lleguemos a Lixa en la siguiente etapa. Desde el Alto de Quintela comenzaremos un descenso por una pista con desnivel pronunciado, hasta llegar al asfalto de la N321, próximo a Loivos do Monte.
Por esta carretera, con mucha precaución confluimos a la N101 en un punto donde encontramos una fuente y una parada de autobús, y donde tomamos la carretera secundaria indicada hacia Carneiro. Esta carretera, ahora asfaltada, y que va paralela a la N101, es la interminable Rua Marquês de Pombal, también denominada Estrada Pombalina. Transitaremos por ella nueve largos kilómetros, atravesando con tranquilidad gran número de pequeñas poblaciones como Outeiro, Reboreda, Bailadouro, Corujeiras y Vinhateiro, en alguna de las cuales podemos encontrar algún local abierto para recuperar fuerzas. A pesar del asfalto, el camino en leve descenso, es un agradable paseo que va a la orilla de los ríos Carneiro y Fornelo. La Estrada Pombalina desemboca finalmente en la carretera N101. Continuamos, con muchísima precaución, por el arcén durante 400 metros, hasta que encontramos una señal vertical que nos sacaría a la derecha de la carretera nacional. En este momento debemos tomar una importante decisión.
Después de 500 metros pasamos por debajo de la Autoestrada A4 (en este punto se uniría la variante que va por Ovelhinha), e inmediatamente tomamos la vía de servicio que sale a la izquierda en paralelo a la autovía. Giramos a la derecha por la Rua da Quinta que ya nos lleva a una zona urbanizada en Queimado, un barrio residencial de Amarante, en donde encontramos unas escaleras entre urbanizaciones que nos dejan en un cruce muy peligroso de la carretera N210, ya que no tiene paso de peatones. En ese momento entramos en el remanso de tranquilidad que supone caminar por la agradable Rua dos Pauzinhos, que ya nos deja en el centro de Amarante, en la plaza en la que podemos ver el restaurado Ponte do Arquinho, probablemente de origen medieval.
Padronelo es una freguesia portuguesa del municipio de Amarante, está bordeada por otras cinco aldeas: Lufrei, Madalena, Lomba, Jazente y Gondar. Hasta 1836 tenía el hombre de Honra de Padronelo. En 1940 quedó fijado el nombre oficial actual. Según algunos autores, Padronelo —o Pradonello— es un topónimo de orígenes romanos, un diminutivo derivado de “petronellus”, aludiendo tal vez a un marco miliario de la calzada romana que pasaba por este territorio. Se encuentra a 3 km de la cabecera del condado Amarante y está atravesada por el río Ovelha, que en este tramo lleva el nombre de Mendes.
Los dos elementos de la naturaleza que impresionan a quien visita esta tierra son la presencia de la gran Sierra de Marão que, desde Amarante, comienza a elevarse en paisajes majestuosos y el río Tâmega, el mayor afluente del Duero, que nace en Galicia y corre por el corazón de la ciudad, realzando el pintoresco conjunto de casas que se yerguen sobre ambas orillas. Algunos historiadores atribuyen la fundación de esta ciudad de transición entre el Miño y Trás-os-Montes a un centurión romano de nombre Amarantus. En el siglo XIII llegó a este lugar S. Gonzalo, monje benedictino con fama de santo que se estableció aquí después de peregrinar por Italia y Jerusalén y que sería nombrado su santo patrón. A él se le atribuye la construcción de un robusto puente sobre el Tâmega en el mismo sitio en el que se encuentra el actual.
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